Biografía:
Ricard de Baños fue un realizador, operador y productor cinematográfico.
Su padre era Francisco de Baños, el cual nació en Badajoz y trabajó como funcionario del Ayuntamiento, y su madre era María Cinta Martínez, que nació en Xerta (Tarragona) y montó un pequeño taller de lencería fina que le sirvió a ella ya la familia Baños para aumentar el dinero. Los padres de Ricard tuvieron tres hijos: Francisco (1879), Ricard (1882) y Ramón de Baños (1890), este último también tuvo una larga carrera cinematográfica junto a su hermano y se convirtió en uno de los pioneros del cine catalán.
Ricard de Baños fue un niño que destacaba por su perspicacia y capacidad cognitiva, sin embargo, no fue un buen estudiante, ya que sentía más atracción para los trabajos manuales que no por los estudios. La noticia de la llegada del cinematógrafo en 1895 fue muy importante para él y en 1904 dirigiría su primera película.
De esta manera fue que empezó a trabajar a los nueve años como aprendiz en la sección de fotografía de los «Grandes Almacenes El Siglo» de la Rambla de Barcelona. A pesar de que la relación de los hermanos de Baños no era perfecto, la profesión de Francisco condicionó que Ricard trabajara de algo parecido a él. El artista aprendió siempre por iniciativa propia. Le gustaba mucho la música y tenía buena voz, pese a que no estudiar. Coincide que cuando nació Ricard de Baños fue un año de declive para España. Sin embargo, en Barcelona ya se hablaba de una exposición universal.
Ricard era un gran deportista y pese a su capacidad física se ahorró el servicio militar a cambio de dinero. Desde entonces, quiso ir a París, ya que era el origen de la industria del cine. Por encima de todo, Ricard era un hombre muy trabajador, leal a su perspicacia. Y si no fue más allá en este mundo cinematográfico, es porque ni el dinero ni las personas estaban a su lado. Mediante su trabajo en la sección de fotografía de El Siglo, tuvo un enlace con personal de la casa francesa Gaumont que se creó en Barcelona. Esta persona rápidamente se dio cuenta de las cualidades de Ricard de Baños y le cedió la posición de operador de cámara de la casa Gaumont.
Ricard hizo un primer viaje, con todo pagado, en París, para crear enlace con la técnica cinematográfica del momento, que entonces tenía como base los tempranos estudios de la Ville Lumière. De Baños se encontró con Alice Guy, en este viaje, y se quedó boquiabierto por el impresionante impacto de sus películas, aunque no se parecían a sus ambiciones como cineasta. Por extraño que parezca Ricard de Baños no valoró con entusiasmo a Méliès, El 1904 fue un año clave para su carrera, ya que en la capital francesa pudo enlazarse con la novel industria de Francia y distinguió rápidamente las infinitas capacidades de la nueva técnica (la cronofonia).
Sus primeros reportajes en Barcelona con la ayuda de uno de los hombres de la Gaumont enseñaron a los de París que aquel artista les podría ser de mucha ayuda. No se ha descubierto ningún archivo de la Gaumont que se refiera a la colaboración de Ricard de Baños en los primeros años que estuvo allí, lo que indica que en la estancia en París sólo hizo trabajos secundarios que seguramente le fueron de mucha ayuda para su formación como cámara y, más tarde, como director de películas, participó en los inicios del cine sonoro y pudo ser partícipe del principio del cine comercial francés, no fue nunca catalogado como un simple director-fotógrafo de reportajes y documentales, a pesar de que durante los períodos siguientes se siguiera trabajando desde Barcelona.
Ricard de Baños pensaba que lo que se observaba por la pantalla era infinitamente más importante que el sonido que se podía unir más tarde y es por eso que una gran parte de su existencia la enfocó a relatar historias de imágenes: "contar historias de imágenes que ya se contaban suficiente por sí mismas", sin trasegar demasiado por el sonido que le acompañara, fue tanto su convencimiento por esta idea que intentó unirse al cine sonoro, las restricciones que le prestaban su formación, eran totalmente relacionadas con lo que entonces se llamaba "el arte de las sombras animadas" o "la emoción del silencio".
Los primeros trabajos un poco relevantes de de Baños fueron grabaciones y sonorizaciones en Barcelona, según el método patentado como cronógrafo por la casa Gaumont, con la que seguir trabajando. Se trataba de pequeños filmes de 100 m que simbolizaron la contribución española a de Baños ya había experimentado aquella técnica, pero aparte de la tarea que hizo como realizador, se exhibió rápidamente como un excelente coordinador, que al fin y al cabo, esto es el que significa la palabra directora, cinematográficamente hablante.
Con la potestad que la Gaumont le otorgó desde el inicio de su vuelta a París, de Baños eligió el patio del teatro Cómico, como plató provisional de la cronofonia, y una vez grabadas las cintas, también hizo que fueran mostradas en público en el vestíbulo condicionado del antiguo teatro Novedades, de la calle de Caspe.
El año 1916, que está caracterizado por la guerra europea, fue un periodo de una crisis penetrante en que los atentados y los conflictos laborales eran normales. No era el instante más conveniente para organizar tareas relevantes dentro de la pequeña industria cinematográfica barcelonesa, cada vez más consternada por la ausencia de material y por las múltiples complicaciones que inspiraba la guerra.
Ricard de Baños no pensaba en otra cosa que no fuera la creación de una productora propia donde poder desarrollar plenamente una tarea que suponía importando para nuestra cinematografía. En aquellos tiempos, su nombre llegó a una reputación merecida por aquellos quién habían seguido el trabajo del primeramente operador de cámara y después director de la marca fundada por Albert Marro.
La Royal Films, de la que no sabemos la fecha clara de su fundación, pero podemos deducir que fue aproximadamente el 1915, contó con diferentes socios fundadores: Carles Muntanyés, Albert Compte, Lluís Riera i Soler, Juan Navarro Reverter, Raimón Colomer, Daniel Boixeda, y los hermanos de Baños, se estableció como SA con un capital inicial de dos millones y medio de pesetas. La fundación fue celebrada por la prensa. El más alentador tanto por de Baños como por su consejo de administración, era proponer un nuevo precepto mercantil de producción de películas.
La suya primera película con la Royal Fims fue "El idiota" (conocida también como El idiota de Sevilla, el motivo es desconocido) que seguramente se grabó a una velocidad rapidísima porque el 4 de mayo de aquel mismo 1916 ya se proyectaba a Barcelona. Hay quién asegura que la película se basaba en la novela homónima de Dostojevskij, a pesar de que el guión y la dirección eran del mismo Ricard y la cámara la llevó su hermano Ramón.
La casa Pathé Frères (actualmente una de las productoras más importantes del mundo) tenía la exclusiva de la distribución de este film.
Ricard de Baños no se acomodó tan solo creando la Royal sino que, mientras lo hacía, intentó utilizar el empujón para organizar la creación de una empresa parecida que podía incrementar la producción. La segunda película, denominada "La cortina verde", 1916, habilitó en el cine la tragedia escénica del famoso escritor portugués Julio Dantas. En este mismo momento se hace también bajo la protección de la Royal Films "La sombra del polaco", un simple film de aventuras, donde Ricard de Baños hizo el guión y dirigió.
Como otros muchos pioneros del cine, los hermanos Ricard (1882-1939) y Ramón (1890-1986) pasaron por instantes bajos y de decadencia. Amos de la productora Royal Films, fundada el 1914, lograron la cumbre con las dos superproducciones más importantes del cine mudo español pero también crearon otras obras, como unas películas pornográficas, casi todas ellas grabadas en los estudios de la Sociedad Anónima Sanz ("Lo confesor", "El ministro" y "Consultorio de señoras") que Alfonso XIII, aficionado al género y al sexo extramatrimonial, los encargó mediante el conde de Romanones.
El año 1939, después de su muerte se tiene constancia que todavía habían reproducciones de los films pornográficos creadas por Baños.
En aquellos tiempos era complicado encontrar mujeres dispuestas a recrear escenas sexuales, no por moralidad o estigmas sociales sino por el miedo que el hecho de mostrar su imagen pudiera tener conflictos con el orden público. En cuánto los hombres no había problemas a la hora de exhibirse y siempre había candidatos.a gran expansión europea de aquella firma. |
